jueves, 21 de enero de 2016

Río Bote- El Calafate (40 km.)

Ayer por la tarde, durante la siesta se levantó un fuerte viento desde la cordillera. Nuestra esperanza era que calmase durante la noche como parece ser habitual y aprovechar el amanecer aún fresco para llegar a El Calafate sin viento en contra. Dicho y hecho. A las cinco suena el reloj y a las seis y cuarto estamos en las carretera. La jugada nos sale bien porque el viento ya había cesado por la noche y aguantó la dos horas y media que nos costó llegar a la ciudad.
El amanecer es de los más bonitos hasta ahora. Los Andes al frente reciben el sol antes que nosotros y nos atraen a pesar de que el recorrido tiene bastantes toboganes rompe-piernas que nos convencen de haber hecho bien en dividir la etapa de ayer.
Llegamos a las nueve y media y tras pasar por información turística y llamar a Alejo nos quedamos a desayunar en las primera confitería que encontramos. Un país con estos monumentos al dulce merece una consideración especial en la Asamblea de Naciones Unidas (ver fotos).
Alejo viene después de un rato y desayuna con nosotros mientras chupamos la wifi del local sin miramientos. Venimos de una travesía de varios días sin civilización y al entrar a la ciudad han empezado a sonar los primeros mensajes recibidos.
Compramos los billetes de autobús para visitar el glaciar Perito Moreno al día siguiente y vamos a acampar junto a Alejo.
Una ducha y una visita tranquila por las avenida comercial. Compramos algo y Santi y yo nos lo comemos bajo una sombra mientras Alejo se marcha a pedalear a Lago Roca (insaciable el tipo). No llega a Lago Roca pero en su lugar encuentra unas playas a orillas del Lago Argentina que nos mostrará por la tarde.
El Calafate es una ciudad turística que nos brinda la posibilidad de compartir un asado argentino para cenar.
Creo que después de 900 km. no he perdido ni un kilo...

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