miércoles, 10 de febrero de 2016

Un viaje...



...Insuficiente para comprender un país complejo y diverso ensartado en un continente tanto o más pero necesario para derribar barreras ficticiamente levantadas y saborear un poco de su esencia.

Pude tan solo, acariciar un pequeño girón de piel argentino a lomos de mi bicicleta.

Aquí termina un viaje...








... o no.

2280 gramos

_Lo siento Sr. Monterde su equipaje excede el peso permitido de 23 kg. Debo cobrarle dicho exceso.

La trabajadora de Aerolíneas parece prima del de la oficina central de hace un par de días.

_Y no puede sumar ese exceso al peso del equipaje extra que acabo de facturar yo por el mío? Mi segundo bulto de bodega no excede el límite ni sumando lo de mi compañero. Le comento.

_Imposible porque son billetes distintos.

Ambos sabemos que puede ser que acabemos pagando pero también sabemos que hay que jugar el partido hasta el final. Me indica que va a intentar pagar con su tarjeta y le digo que es muy buena idea. Sabemos que no funciona. Desde que el cajero se la tragó quedó inutilizada por motivos de seguridad.

_Disculpe un momento...

La responsable se marcha a la oficina con cara de caso extraordinario. Al regresar nos explica con tono cómplice que el sistema le ha dicho que retire la tarjeta y la destruya delante del titular. Casi nos da la risa de golpe.

_Si le parece yo le devuelvo la tarjeta y rompo este papelito y aquí no ha pasado nada -susurra con tono de agente secreto- No obstante debe pagar el exceso de equipaje.

_Pues no tengo ni un peso porque lo hemos gastado todo para no llevarnos a España moneda argentina. Alega Santi.

_Y no hay ningún modo de que pague usted, o de que alguien le preste dinero...

Yo me muero de la risa mientras aguanto el tirón. Ambos sabemos que lo voy a pagar yo pero no queremos ponerlo fácil. Parece un poco cansada y se está alargando mucho esta facturación...

Por detrás aparece un señor de bigote que pregunta: Che, de cuánto es el exceso?

_2280 gramos. Dice casi abrumada.

_Dale pasálo, yo me responsabilizo. Poné que lo autorizo y andá a la rampa.

Damos las gracias al señor y a la trabajadora que han sido tan bondadosos. Hoy han perdonado dos kilos de equipaje saltándose las normas, quién sabe de qué serán capaces mañana.

Santi acaba de ahorrarse 20 euros con una tarjeta que no funciona y la suma de equipaje de ambos no excede lo permitido considerando que ya hemos pagado por un bulto extra.

Por otro lado Santi ha perdido más de dos kilos en este viaje y eso ningún sistema se lo valora...

Santi


           Tira que tira de su carrito sube cuestas sin subir piñones y al llegar arriba nunca se olvida de echar una mirada para comprobar que el compañero sigue bien. Cuando el viento pega y la cosa se complica no tuerce el gesto y se concentra en resolver en lugar de quejarse. Cuando le fallan las fuerzas aprieta los dientes y no pierde la cabeza. El primero en hacer el chiste y el más rápido en hacer el equipaje. Cuando la ruta desciende se abrocha las orejas y pone rusiente el eje del carrito afilando la aerodinámica al máximo. No hay argentino que se resista a su conversación y multiplica los panes y los peces con un poco de diplomacia. Empleados de Aerolíneas y autoridades políticas se han rendido a sus encantos. Sin exigencia alguna duerme en el suelo cuando toca y come lo que hay cuando no hay otra cosa, disfrutando al máximo ambas situaciones. Lo mismo te pinta la casa que te ayuda con el equipaje cuando tú no puedes.  

             ¿Quién da más?





domingo, 7 de febrero de 2016

Margleinis y Vicente

Margleinis es a Argentina lo que Michel Camilo al piano. Un huracán caribeño que gira a toda velocidad mientras pulsa incontables teclas que estallan de alegría: Vicente, la casa, la comida, una amiga y unos mates, la compra, la ropa, las atenciones, la risa y el lago. Matías, su marido, pasa temporadas fuera de casa por trabajo.
Trato de ayudar torpemente lo que me permite un brazo y no puedo negarme a la asistencia que requiere la burocracia: cambiar el billete de regreso, gestiones con el seguro y trámites médicos. Me acompaña al centro y me da los consejos que el resto de turistas anhela y no tiene: lugares, precios, productos, vistas, consejos.
_El sistema no me permite el cambio, lo siento. Me dice el chico que me atiende en la central de Aerolíneas Argentinas.
Yo trato de regatear como tantas veces en este viaje, esta vez sin éxito.
"El sistema no le permite el cambio...", me repito mentalmente mientras lo observo como finge ayudarme de nuevo moviendo el cursor en la pantalla. No ha sonreído ni un momento. Se ha instalado en el confort de su sistema que le permite negarse a ayudarme sin que lo parezca. No acabo de molestarme. Me da cierta lástima. Bastante duro es ya que su sistema no le permita el cambio. Recuerdo a Luis saltándose todo su sistema en un golpe de freno. Margleinis lleva todo su sistema en sus brazos, dentro de unos minutos le tocará cambiarle el pañal en los baños de un Mcdonalds por compañarme a cambiar mi billete.
No me puedo conformar y Margleinis me dice dónde queda un local con cabinas.  Llamo a España, a la central de Edreams después de fallar con la sucursal argentina. Juan ha sonreído en la cuarta o quinta frase. Tampoco el sistema se lo pone fácil pero dice que me va a ayudar. Le lleva un buen rato y lo consigue...gracias, aunque sea su trabajo según dice, porque también era su sistema y eso no fue obstáculo.
Regresamos cansados pero satisfechos a la casa del bosque.
Margleinis y Vicente duermen la siesta en una hamaca mientras imagino a Santi pedaleando ya próximo al lago Guillermo.
Julia, la abuela de Vicente, tiene una conversación muy agradable, como en general la mayoría de los/as argentinos/as.
El ser más valioso, el de mayor futuro, se llama Vicente. Se mueve casi siempre en silencio y de forma autónoma. Balbucea lo que necesita y se hace entender sin dejarse engañar. Lo mira todo con sus ojos oscuros y con gesto serio parece reflexionar. Casi nunca pide ayuda y tiene el Caribe de su madre dentro. La acompaña sin rechistar a cualquier  trámite colgado de ella y observando el mundo. Le gusta que nos lavemos juntos las manos antes de dormir y el timbre de mi bici adaptado a la suya.
Kiki, amiga de Margleinis,  vino a visitarnos recién llegada de Buenos Aires y pasamos una tarde fabulosa todos juntos ya con Santi.
El penúltimo evento tiene forma de cajero hambriento que se traga la tarjeta de Santi. Según nos informa la señorita de atención al cliente el sistema del cajero no le permite retornar la tarjeta...jamás?! Debemos buscar de nuevo en la ciudad a la persona capaz de saltarse el sistema. La encontramos en la central del Banco Patagonia. Un día y varias visitas consiguen el milagro.
A la última cena en Argentina nos invitaron el Negro Aguirre y su mujer Raquel. El Negro tiene 76 años y el plan de viajar en bicicleta siguiendo los pasos de un explorador de la corona británica del siglo XIX en un recorrido natural de los indios patagones. Más de 1000 kms.
Cuando el remis arranca con nuestras bicis sobre el techo Argentina se empieza a despedir.
Margleinis y Vicente nos han dado su tiempo, su ayuda y su compañía. Todo  a nuestra disposición.
El Lago Moreno, la calle del Remanso, Bariloche y una madre con su hijo. Como dicen acá... Qué lindo. 















jueves, 4 de febrero de 2016

Compañer@s de pedal

Varado y seco, demasiado a salvo, el bosque junto al Lago Moreno espera el despegue del vuelo AR 1679.

Para matar el gusanillo mis piernas inquietas piensan cosas que pensaban cuando se movían por Ruta 40.

En el lugar donde trabajo un hermoso grupo de humanos hubiese disfrutado de este gran paseo tanto como yo de hacerlo a su lado. Todos los días y especialmente los jueves me parecía ver de reojo a Mapi, a Carmen, a Nacho, a Jaime, a Pascual o a Parra, a Miguel Ángel, a Jesús, a Aurelia y a tantos y tantas que hemos compartido regresos a casa en bici desde el trabajo.

En el IES Rodanas algo (se) rueda cada semana. Como para no darle vueltas...

Un poquito de música

Queyi y Ana Parada sin saberlo le dieron nombre a este blog.

miércoles, 3 de febrero de 2016

De Luis a Margleinis

El lunes Luis tiene que trabajar y se lleva nuestros billetes electrónicos para tratar de hacer coincidir nuestros vuelos de regreso.
Por la mañana Santi me ayuda a desarmar la bicicleta y me lleva en el coche de Luis a desayunar a la YPF para poder llamar desde WiFi. Después compramos algo para comer y regresamos a casa.
Santi se hace unos kilómetros de turismo urbano en bicicleta mientras preparo la comida. Después de comer llega Luis y cargamos todo en su camioneta. Nos llevará a El Bolsón donde yo tomaré un colectivo hasta Bariloche. Rocío también vendrá. A Santi lo acerca a un camping pasado El Bolsón. Él pedaleará un par de días por estos paisajes de montaña hasta llegar a Bariloche.
Tomamos algo antes de subir al colectivo y me ayudan a cargar todo el equipaje, bici incluida. No me resulta sencillo despedirme de Luis. Me llevo el aprendizaje de sus actos y su manera de ser.
El viaje es agridulce. Sin pedales que hacer girar ni viento en la cara. Viajo asépticamente, sin sudar ni sentir los olores del paisaje. No sé cuándo subo ni cuándo bajo. Es como ver en televisión un fabuloso escenario montañoso. Disfruto la mitad de lo posible a cambio de sufrir menos...
El señor sentado a mi lado anestesiado por el alcohol trata de establecer una conversación. Cuando le explico parte de lo sucedido atina a decir: che no hay que  tomarse nada demasiado en serio...y le doy la razón.
Al llegar, Margleinis y su hijo Vicente me están esperando. Me ayuda a cargar parte del equipaje en su coche y la bici en un taxi. Margleinis vive en una casa de madera preciosa que su marido Matías carpintero ha construido. Alejada del barullo turístico de San Carlos parece un lugar fabuloso para descansar. El lago Moreno vigila cerca. Margleinis es un encanto y me acoge con mucha gentileza. Prepara una deliciosa cena y no tardo en ir a descansar.
Otro día que agradecer.










martes, 2 de febrero de 2016

Luis y su familia

Luis Cavero vuelve del trabajo en una pick up con su hija Rocío y Morena, la amiga de su hija. Cuando ve a un ciclista accidentado no duda en parar y echar su bicicleta y sus cosas al baúl de la camioneta y llevarlo al hospital.
Se lleva a su casa mis cosas y me da una tarjeta. Al salir buscamos una cabina telefónica, compramos medicación y tomamos un refresco para reposar lo sucedido.
Sophie toma algo en la misma terraza mientras entablamos conversación. Viaja desde hace tiempo por varios países de América Latina.
Mientras hablamos con ella Santi se reencuentra con Luis. Nos ofrece alojarnos en su casa y aceptamos. Rocío nos espera en la camioneta.
Vive en una idílica cabaña de madera y en un abrir y cerrar de ojos nos hace sentir como en casa. Todo abierto y todo lo que necesitemos... Yo me apunto a una ducha y a descansar un poco mi hombro dolorido.
Luis es un tipo muy especial, nos empuja hacia el buen humor de forma vertiginosa. Rocío y Morena me hacen reír más de lo que me permite el hombro pero tanto como necesito.
Esta noche pollo asado es la decisión irrevocable de Luis que nos va a hacer argentinos en menos de una tarde.
Hubo pollo y chorizos y risas y Rocío y Morena hablando sin parar,   animando y contagiando su juventud.
Para colmo dormí bien con un toque de Ibuprofeno. Santi asegura que hasta he roncado pero de nuevo sin pruebas concluyentes.
El domingo es día familiar  y Elda, la mamá de Luis, nos invita a degustar sus ñoquis caseros con carne que resultan ser una delicia. Antes de la comida Santi se ha puesto a ir de un lado para otro de la ciudad tratando de echar una mano. Ha recuperado mis radiografías, preguntado horarios de bus, ...y me echa una mano en todo lo necesario. Resulta imprescindible.
Por la tarde nos  tienen preparada una sesión de turismo reposado con visita a la represa de Futaleufú incluida. No quieren que nos marchemos de aquí sin saborear al menos parte del paisaje. Están empeñados en cambiar mi recuerdo de Esquel y ya lo están consiguiendo.
Tras la maravilla natural del Parque Nacional de los Alerces volvemos a casa y Elda, de descendencia galesa (una característica local), nos endulza con una torta tradicional galesa de pasas y nueces que es una barbaridad que aún no sea patrimonio de la Humanidad. Elda cocina confitería para un hotel y tiene unas manos llenas de dulzura.
Por la noche llegan Facundo y Aylú para unirse a la fiesta que completamos con unas pizzas.
Luis, Rocío, Elda, Morena, Facundo, Aylú, Santi son el mejor tratamiento...















lunes, 1 de febrero de 2016

Tecka-Esquel

Parece que el viento nos brinda su respeto. La mañana es la más calmada que recordamos. La ruta de hoy se pinta de verde y colinas que nos protegen. Es la rivera del río Tecka. Santi y yo ciclamos encantados del día. Los kilómetros pasan a buen ritmo y el llano me permite rodar a buen ritmo como me gusta. La bici se desliza a 26 km/h durante un buen rato. El primer descanso lo hacemos poco antes de abandonar el valle.
La Cuesta del Arbolito nos cambia de vertiente a base de sudor y nos devuelve la belleza de los Andes. Ya van 60 km y todo parece ir bien.
El perfil nos avisaba de que los próximos 20 km. serían hacia la cordillera, es decir, contra el viento. Pero la mañana nos respeta y no hay viento. Es un placer.
Encaramos la última parte con mucho ánimo. Se acaba el viento en Esquel. Se acaba la estepa patagónica, las rectas interminables de viento y lucha. La incertidumbre del cuánto soplará hoy y la soledad del paisaje despoblado.
Una subida de unos cuatro kilómetros no prevista nos sorprende sin molestarnos ya. Nada puede estropear nuestra llegada. Una agradable bajada hasta un cruce y un suave descenso viendo las casas de Esquel.
Cruzamos un paso a nivel. Santi va adelantado y yo por detrás. De repente la bicicleta se vence hacia la banquina (cuneta) de ripio. Ahí pierdo la dirección y caigo.
Los viajes son imprevisibles. Esa es su esencia. Y no valen malas caras. Hay que vivirlo si decides emprenderlo.
Sin detalles sensacionalistas: fractura de clavícula izquierda. Comienza otro viaje donde uno termina...