martes, 14 de agosto de 2018

El Loira en bicicleta. Savonnières-Chenonceaux.


Después de pasar por la boulangerie de rigor y desayunar copiosamente nuestros pain au chocolat, croisants etcétera, salimos hacia Tours. Hay unos 18 km pero la mañana es estupenda y el paseo precioso por un bosque que nos da sombra. Además, hoy las piernas responden estupendamente, lo que hace el inicio de la jornada super agradable. En Tours paramos a tomar un café frente al Ayuntamiento y visitamos el casco viejo y la catedral.
Después, continuamos viale pensando que todo iba a seguir igual de bien, pero se complica un poco el camino, con cuestas, y toboganes y mucho sol, mucho calor. Pasamos por Montlouis sur Loire y seguimos hasta Amboise, allí cogemos el desvío au chateau de Chenonceaux, una cuesta que subía y subía y parecía que no iba a acabar nunca. Paramos a comer en una urbanización y después continuamos por caminos muy soleados entre viñas y maizales. La verdad que pasamos muchísimo calor, sólo había 12 km pero se hicieron muy largos y cuando llegamos a Chenonceaux, que ya estábamos bastante cansados, el Camping Municipal estaba cerrado, pero por suerte un poquito más adelante encontramos otro, el camping la eclusse, dónde pudimos instalarnos con mi segundo pinchazo en la rueda trasera. Mientras José Luis me cambiaba la cámara Sergio y yo montábamos las tiendas, nos dimos una duchita rápida y nos fuimos a ver el castillo de Chenonceaux, un castillo romántico, construido encima del río Cher por la intervención de Diana de Poitiers, Catalina de medicisy Luisa de Lorraine. El castillo es impresionante, nos quedamos boquiabiertos, ya que es el primero tan imponente que vemos en este viaje. Después de la visita vamos a tomar unos zumos en las cuadras del castillo y tras de reponer un poco las fuerzas vamos en busca de un restaurante para cenar. La cena nos sabe a gloria en un restaurante con un patio y una callejuela floreada, aunque, como en casi todos los sitios donde parsmos, con avispas. Para empezar a celebrar el cumpleaños de José Luis, ya en el camping, nos vamos a tomar un colacao antes de dormir.
(Publicado por Paule)


El Loira en bicicleta. De Montsoreau a Savonnieres.

El despertador suena a las siete como cada mañana y calculamos una hora aproximadamente para estar preparados incluyendo recogida de tienda y repaso mecánico de las bicis.
A las ocho y cuarto estamos en la boulangerie cumpliendo con nuestro ritual. Aunque por supuesto depende del gusto de cada cual yo recomiendo las torsades au pepites de chocolat y las pains au chocolat (napolitanas), y por supuesto los croissants. Las caracolas o pain au raisins también merecen la pena para quienes no sean tan amantes del chocolate. El pan también es delicioso y hemos ido probando distintos tipos, todos muy ricos.

La mañana comienza bien, 17 km/h es un buen ritmo para calentar la primera media hora. Luego nos moveremos entre esa velocidad y 23 km/h. Con el equipaje es difícil moverse a velocidades mayores.
Tras cruzar el puente sobre el río Vienne para no perder la ribera izquierda, las indicaciones nos llevan por un recorrido asfaltado entre el bosque.

Cuando los árboles de abren divisamos un par de grandes chimeneas industriales. Conforme nos acercamos a Avoine desde Sauvigny en Veron se confirman nuestras sospechas. Es una central nuclear. Francia basa su política energética en este tipo de energía así que no será la única central que atravesemos. No deja de contrastar en nuestra cabezas un entorno tan verde y cuidado con un emblema del desarrollo industrial tan controvertido desde el punto de vista ecológico.

La etapa continúa por caminos en buen estado y otros de buen asfalto. Como todas las mañanas hacemos alguna parada intermedia para comer algo de fruta o descansar un poco.

A la hora de comer (las 13:00h. No olvidemos que llevamos el horario europeo) estamos en Langeais, una población al otro lado del Loira que merece la pena por su espectacular castillo. Como la mayoría de pueblos está cuidadosamente adornado y limpio...o casi. Sergio pisa un producto biológico de perro con sus zapatillas de ciclismo. Nos reímos a gusto aunque le lleva trabajo limpiarse bien. Las zapatillas llevan unas fijaciones metálicas en la suela para anclarse a los pedales. Un buen pisotón certero incrusta el pastelito hasta el último tornillo. Tendremos suerte el resto del día.
Después de un cafecito retomamos la ruta. Nos quedan unos 20 km a Savonnieres que salvamos sin dificultad.
El camping municipal cumple con lo esperado y cubre bien nuestras necesidades. Nos instalamos y mientras Paule va a comprar Sergio y yo nos ocupamos de arreglar su bici y la de Paule. Las vibraciones continuas con el equipaje suelen provocar desajustes: tornillos quite se aflojan, piezas que se deforman, etc.
En esta ocasión la rueda trasera de la bici de Sergio está bastante descentrada y ajustamos un poco sus radios. También nos dio trabajo el cambio que parece saltarle con frecuencia al cambiar de marchas.
La bicicleta de Paule requiere un ajuste de freno y apretar un poco el manillar.

Tras una ducha reparadora, nos vamos a pasear al pueblo y cenamos en un restaurante junto a un pequeño salto del río, donde la gente se baña y un tipo con un dron toma las mejores vistas del lugar.

La tienda de campaña nos espera para descansar.


lunes, 13 de agosto de 2018

El Loira en bicicleta. De Saint Mathurin Sur Loire a Montsoreau.

El día comienza movido. De camino a la boulangerie nos damos cuenta de que los rueda de Paule está pinchada. Así que mientras ella pide el desayuno yo me ocupo de repararlo y no perdemos demasiado tiempo. Por lo demás el día está soleado y con buena temperatura.
Cruzamos a la rivera izquierda donde el recorrido propone dos variantes. Elegimos la que va por el interior y aprendemos o pronto que separar del río es arruinar las rampas de la colinas. El paisaje de todos modos es verde y muy boscoso así que lo compensa en cierto modo.
No obstante regresamos a la orilla del Loira en cuanto podemos y tomamos un carril para bicicletas  perfectamente acondicionado y con unas vistas espectaculares del río.
Avanzamos a buen ritmo hasta Saumur. A la entrada paramos a comer junto al río, hoy con siesta incluida. Una horita de descanso (y el embutido y las fruta)  nos devuelve las fuerza...para tomar un granizado en el centro de la localidad. Las visita al castillo nos resulta poco viable por una escalinata difícil de salvar con las bicis cargadas y por los planes previstos para la tarde. Así que nos conformamos con unas fotos preciosa del exterior y continuamos el camino.

La última parte del día nos lleva por una senda cubierta por árboles que nos regala la mejor sombra del día.
Finalmente llegamos a Montsoreau. El camping en este caso no es municipal y tiene algunos extras como la piscina, que no desaprovechamos o la lavadora, imprescindible a estas alturas.

Nuestras bicis de quedan descansando mientras nos acercamos al pueblo para comprar provisiones y cenar en lo que nos parece un restaurante bastante típico. Probamos los champiñones típicos de la zona y alguna otra especialidad de la casa.
Ya con el estómago conforme regresamos al camping consultando la previsión meteorológica para mañana. Junto a las tiendas toda nuestra ropa espera secarse a tiempo...mientras dormimos.



sábado, 11 de agosto de 2018

El Loira en bicicleta. Saint Florien Le Vieil-Saint Mathouran Sur Loire

Dormimos muy bien y comenzamos el día con la tradicional visita a la boulangerie. Con los cafés en la mano comenzó una lluvia fina pero intensa que nos acompañaría hasta el mediodía. Al principio resultaba algo incómodo, no sólo por el agua sino también porque la ruta circulaba por una carretera departamental con bastante tráfico.
Al abandonar la carretera tomamos otra de menor entidad y mucho más tranquila donde podemos relajarnos a pesar de que sigue sin parar de llover. El paisaje en todo momento es precioso. El bosque se abre momentáneamente a pequeñas praderas donde la vacas o los caballos nos miran con absoluta normalidad. Todo es verde y la lluvia es el precio a pagar, un precio que por otro lado nos parece más que justo.

Atravesamos algún pueblo y llegamos a Angers, una ciudad bien nutrida que nos brinda ahora sí una entrada soleada y una espectacular vista de su castillo con dieciocho torres. Subimos a verlo de cerca y decidimos no visitarlo por dentro para no demorar demasiado nuestra etapa.

Disfrutamos de la vista del río Maine y paseamos por su casco antiguo tratando de decidir si continuar o no. Tomamos un refresco mientras decidimos si continuar o no porque él cielo parece confirmar la previsión de lluvia otra vez.

Decidimos continuar puerto pasamos antes por un Carrefour city para comprar provisiones.

Es así donde vuelve a llover y salimos de Angers por una interminable avenida repleta de tráfico. La avenida termina en una carretera departamental donde un ciclista que venía de frente a nosotros da la vuelta y nos lo encontramos un poco más adelante con su familia. Le pregunto a dónde van con la intención de disuadirle de que entre a Angers por esa ruta con sus dos hijos y su mujer. Tras una breve confusión multilingüe nos damos cuenta de que todos somos españoles. Viven cerca de Donostia pero él es de Zaragoza y de qué parte...de Torrero. Sacando pecho le dice a su familia: «¡Véis como los únicos españoles que hay en esta ruta son los vascos y los de Torrero!».
Nos llama la atención que su hijo de ocho años lleva haciendo vacaciones en bici desde hace cuatro. Su hija de once tiene ya cara de experta cicloturista. Les deseamos buenas vacaciones y nos separamos, nosotros en busca de un camping a unos 17 km. Y ellos en busca de otro más interior pero más próximo.

De nuevo cesa las lluvia y nos regala un atardecer precioso. Tibio y luminoso, la temperatura es perfecta y no hay viento. Todo está recién lavado y las fuerzas parecen volver con un poco de charla y ruta tranquila de buen asfalto y sin tráfico. Nos fijamos en los cultivos de maíz,  judías, cáñamo y espárragos.
Hacia las seis alcanzamos Saint Mathourin Sur Loire. El camping municipal es humilde pero acogedor. El precio es incontestable: 21 € por los tres.

Montamos tiendas y nos duchamos para ir en busca de la cena.
Encontramos un restaurante a orillas del río en el que cenamos de fábula.
El atardecer en el río nos devuelve a nuestra tienda para descansar de los 80 km de hoy.



viernes, 10 de agosto de 2018

El Loira en bicicleta. De Nantes a Orleans.

Hacía tiempo que rondaba por nuestras cabezas el conocido tramo de los castillos del Loira...y por fin ya está aquí.
En esta ocasión Paule y yo viajamos con mi hermano Sergio. Al final se ha dejado tentar por esta forma de viaje y ayer bien pronto cargamos la kangoo hasta los topes para desplazarnos a nuestra ciudad de partida: Nantes. Aprovechando el viaje paramos en La Rochelle para disfrutar de su magnífico puerto viejo.

Tras descansar en un hotel de Nantes madrugamos con la intención de montar las bicis con su equipaje y desayunar algo en una boulangerie próxima. El día estaba propicio, sol, buena temperatura y un paisaje apacible junto al río.

La jornada de pedaleo tuvo tres partes bien diferenciadas.

Los primeros veinte kilómetros fueron de puro placer y reencuentro con nuestras bicicletas viajeras. Volver a recordar la sensaciones al arrastrar tanto peso y disfrutar del aire en la cara por un trazado ideal de asfalto sin tránsito y bien adornado por el paisaje.

A partir del kilómetro 20 la cosa se torció inesperadamente. Un ruido en la bici de Sergio nos alertó de que algo iba mal. Un tornillo de su portabultos había saltado con las vibraciones y resultaba imposible cargar con su equipaje.
Después de buscar durante media hora el tornillo decidimos arreglarlo provisionalmente con unas bridas y continuar hasta la primera estación de tren que nos pudiese acercar a un decathlon. La pieza más pequeña paralizaba el viaje de momento. En Oudon, a diez kilómetros, nos planteamos tomar el tren a Nantes para buscar allí la forma de repararlo pero una vez en la estación nos enteramos de que en el siguiente pueblo, a diez kilómetros más, nos esperaba un Decathlon y un taller de reparación. Conseguimos llegar al Decathlon pero no disponían de la pieza (no era un tornillo sin más, sino un pasador muy específico). Al preguntar en un Intersport el chico del taller nos  proporciona la pieza exacta y nos la instala dándole además un repaso extra a la bici de Sergio.
Salimos encantados de nuestra suerte aunque un poco preocupados porque tal y como ha instalado el portabultos el mecánico nos parece que puede rozar en la rueda...y así es.
Comemos en un parking y después ajustamos el portabultos con nuestras herramientas.
Cien metros nos dura la calma. El portabultos roza en la rueda y de un modo alarmante. Hemos de buscar un taller especializado cuya dirección nos ha facilitados el chico de Decathlon. Lo encontramos pronto pero...cerrado.
Nos venimos un poco abajo pero pronto buscamos una alternativa: una tienda de alquiler de bicicletas donde puede haber cambios.
Paule se queda con el equipaje mientras mi hermano y yo nos acercamos con el portabultos en la mano después de haberlo desmontado por completo.

Ahí nos sonríe el destino en las manos de Cedryc. Un joven dependiente que nos resuelve las instalación del portabultos dejándolo bien simétrico. Le agradecemos su ayuda y volvemos en busca de Paule que estaba leyendo en una sombra guardando todo el equipaje de Sergio.

La última parte del día vuelve a ser agradable. 17  km por unos caminos vecinales asfaltados que discurren totalmente llanos por los casos de la ribera del Loira. El atardecer es precioso y tras llegar al camping en Saint Florien Le Vieil lo disfrutamos con una cena deliciosa en una terraza junto al río.

No está mal para el primer día. Entre pitos y flautas el cuentakilómetros marca 70 km. Veremos que nos depara la etapa de mañana!



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miércoles, 10 de febrero de 2016

Un viaje...



...Insuficiente para comprender un país complejo y diverso ensartado en un continente tanto o más pero necesario para derribar barreras ficticiamente levantadas y saborear un poco de su esencia.

Pude tan solo, acariciar un pequeño girón de piel argentino a lomos de mi bicicleta.

Aquí termina un viaje...








... o no.

2280 gramos

_Lo siento Sr. Monterde su equipaje excede el peso permitido de 23 kg. Debo cobrarle dicho exceso.

La trabajadora de Aerolíneas parece prima del de la oficina central de hace un par de días.

_Y no puede sumar ese exceso al peso del equipaje extra que acabo de facturar yo por el mío? Mi segundo bulto de bodega no excede el límite ni sumando lo de mi compañero. Le comento.

_Imposible porque son billetes distintos.

Ambos sabemos que puede ser que acabemos pagando pero también sabemos que hay que jugar el partido hasta el final. Me indica que va a intentar pagar con su tarjeta y le digo que es muy buena idea. Sabemos que no funciona. Desde que el cajero se la tragó quedó inutilizada por motivos de seguridad.

_Disculpe un momento...

La responsable se marcha a la oficina con cara de caso extraordinario. Al regresar nos explica con tono cómplice que el sistema le ha dicho que retire la tarjeta y la destruya delante del titular. Casi nos da la risa de golpe.

_Si le parece yo le devuelvo la tarjeta y rompo este papelito y aquí no ha pasado nada -susurra con tono de agente secreto- No obstante debe pagar el exceso de equipaje.

_Pues no tengo ni un peso porque lo hemos gastado todo para no llevarnos a España moneda argentina. Alega Santi.

_Y no hay ningún modo de que pague usted, o de que alguien le preste dinero...

Yo me muero de la risa mientras aguanto el tirón. Ambos sabemos que lo voy a pagar yo pero no queremos ponerlo fácil. Parece un poco cansada y se está alargando mucho esta facturación...

Por detrás aparece un señor de bigote que pregunta: Che, de cuánto es el exceso?

_2280 gramos. Dice casi abrumada.

_Dale pasálo, yo me responsabilizo. Poné que lo autorizo y andá a la rampa.

Damos las gracias al señor y a la trabajadora que han sido tan bondadosos. Hoy han perdonado dos kilos de equipaje saltándose las normas, quién sabe de qué serán capaces mañana.

Santi acaba de ahorrarse 20 euros con una tarjeta que no funciona y la suma de equipaje de ambos no excede lo permitido considerando que ya hemos pagado por un bulto extra.

Por otro lado Santi ha perdido más de dos kilos en este viaje y eso ningún sistema se lo valora...