sábado, 11 de agosto de 2018

El Loira en bicicleta. Saint Florien Le Vieil-Saint Mathouran Sur Loire

Dormimos muy bien y comenzamos el día con la tradicional visita a la boulangerie. Con los cafés en la mano comenzó una lluvia fina pero intensa que nos acompañaría hasta el mediodía. Al principio resultaba algo incómodo, no sólo por el agua sino también porque la ruta circulaba por una carretera departamental con bastante tráfico.
Al abandonar la carretera tomamos otra de menor entidad y mucho más tranquila donde podemos relajarnos a pesar de que sigue sin parar de llover. El paisaje en todo momento es precioso. El bosque se abre momentáneamente a pequeñas praderas donde la vacas o los caballos nos miran con absoluta normalidad. Todo es verde y la lluvia es el precio a pagar, un precio que por otro lado nos parece más que justo.

Atravesamos algún pueblo y llegamos a Angers, una ciudad bien nutrida que nos brinda ahora sí una entrada soleada y una espectacular vista de su castillo con dieciocho torres. Subimos a verlo de cerca y decidimos no visitarlo por dentro para no demorar demasiado nuestra etapa.

Disfrutamos de la vista del río Maine y paseamos por su casco antiguo tratando de decidir si continuar o no. Tomamos un refresco mientras decidimos si continuar o no porque él cielo parece confirmar la previsión de lluvia otra vez.

Decidimos continuar puerto pasamos antes por un Carrefour city para comprar provisiones.

Es así donde vuelve a llover y salimos de Angers por una interminable avenida repleta de tráfico. La avenida termina en una carretera departamental donde un ciclista que venía de frente a nosotros da la vuelta y nos lo encontramos un poco más adelante con su familia. Le pregunto a dónde van con la intención de disuadirle de que entre a Angers por esa ruta con sus dos hijos y su mujer. Tras una breve confusión multilingüe nos damos cuenta de que todos somos españoles. Viven cerca de Donostia pero él es de Zaragoza y de qué parte...de Torrero. Sacando pecho le dice a su familia: «¡Véis como los únicos españoles que hay en esta ruta son los vascos y los de Torrero!».
Nos llama la atención que su hijo de ocho años lleva haciendo vacaciones en bici desde hace cuatro. Su hija de once tiene ya cara de experta cicloturista. Les deseamos buenas vacaciones y nos separamos, nosotros en busca de un camping a unos 17 km. Y ellos en busca de otro más interior pero más próximo.

De nuevo cesa las lluvia y nos regala un atardecer precioso. Tibio y luminoso, la temperatura es perfecta y no hay viento. Todo está recién lavado y las fuerzas parecen volver con un poco de charla y ruta tranquila de buen asfalto y sin tráfico. Nos fijamos en los cultivos de maíz,  judías, cáñamo y espárragos.
Hacia las seis alcanzamos Saint Mathourin Sur Loire. El camping municipal es humilde pero acogedor. El precio es incontestable: 21 € por los tres.

Montamos tiendas y nos duchamos para ir en busca de la cena.
Encontramos un restaurante a orillas del río en el que cenamos de fábula.
El atardecer en el río nos devuelve a nuestra tienda para descansar de los 80 km de hoy.



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