viernes, 10 de agosto de 2018

El Loira en bicicleta. De Nantes a Orleans.

Hacía tiempo que rondaba por nuestras cabezas el conocido tramo de los castillos del Loira...y por fin ya está aquí.
En esta ocasión Paule y yo viajamos con mi hermano Sergio. Al final se ha dejado tentar por esta forma de viaje y ayer bien pronto cargamos la kangoo hasta los topes para desplazarnos a nuestra ciudad de partida: Nantes. Aprovechando el viaje paramos en La Rochelle para disfrutar de su magnífico puerto viejo.

Tras descansar en un hotel de Nantes madrugamos con la intención de montar las bicis con su equipaje y desayunar algo en una boulangerie próxima. El día estaba propicio, sol, buena temperatura y un paisaje apacible junto al río.

La jornada de pedaleo tuvo tres partes bien diferenciadas.

Los primeros veinte kilómetros fueron de puro placer y reencuentro con nuestras bicicletas viajeras. Volver a recordar la sensaciones al arrastrar tanto peso y disfrutar del aire en la cara por un trazado ideal de asfalto sin tránsito y bien adornado por el paisaje.

A partir del kilómetro 20 la cosa se torció inesperadamente. Un ruido en la bici de Sergio nos alertó de que algo iba mal. Un tornillo de su portabultos había saltado con las vibraciones y resultaba imposible cargar con su equipaje.
Después de buscar durante media hora el tornillo decidimos arreglarlo provisionalmente con unas bridas y continuar hasta la primera estación de tren que nos pudiese acercar a un decathlon. La pieza más pequeña paralizaba el viaje de momento. En Oudon, a diez kilómetros, nos planteamos tomar el tren a Nantes para buscar allí la forma de repararlo pero una vez en la estación nos enteramos de que en el siguiente pueblo, a diez kilómetros más, nos esperaba un Decathlon y un taller de reparación. Conseguimos llegar al Decathlon pero no disponían de la pieza (no era un tornillo sin más, sino un pasador muy específico). Al preguntar en un Intersport el chico del taller nos  proporciona la pieza exacta y nos la instala dándole además un repaso extra a la bici de Sergio.
Salimos encantados de nuestra suerte aunque un poco preocupados porque tal y como ha instalado el portabultos el mecánico nos parece que puede rozar en la rueda...y así es.
Comemos en un parking y después ajustamos el portabultos con nuestras herramientas.
Cien metros nos dura la calma. El portabultos roza en la rueda y de un modo alarmante. Hemos de buscar un taller especializado cuya dirección nos ha facilitados el chico de Decathlon. Lo encontramos pronto pero...cerrado.
Nos venimos un poco abajo pero pronto buscamos una alternativa: una tienda de alquiler de bicicletas donde puede haber cambios.
Paule se queda con el equipaje mientras mi hermano y yo nos acercamos con el portabultos en la mano después de haberlo desmontado por completo.

Ahí nos sonríe el destino en las manos de Cedryc. Un joven dependiente que nos resuelve las instalación del portabultos dejándolo bien simétrico. Le agradecemos su ayuda y volvemos en busca de Paule que estaba leyendo en una sombra guardando todo el equipaje de Sergio.

La última parte del día vuelve a ser agradable. 17  km por unos caminos vecinales asfaltados que discurren totalmente llanos por los casos de la ribera del Loira. El atardecer es precioso y tras llegar al camping en Saint Florien Le Vieil lo disfrutamos con una cena deliciosa en una terraza junto al río.

No está mal para el primer día. Entre pitos y flautas el cuentakilómetros marca 70 km. Veremos que nos depara la etapa de mañana!



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