viernes, 29 de enero de 2016

Los Tamariscos-Gobernador Costa (93 km)

Madrugamos con la intención de esquivar el viento como cada día y desayunamos lo que nos ha preparado Maxi.
Nuestro mejor objetivo de hoy sería alcanzar Gobernador Costa si bien está a 130 km y sabemos que no es viable si el viento no colabora. Esto nos regalaría un día de descanso sobre nuestra programación.
La otra  opción será pernoctar en una estancia y salvar los kilómetros faltantes a la mañana siguiente.
Nos despedimos y comenzamos a rodar a buen ritmo cuando notamos la presencia de un viento no tan agresivo como el de ayer pero creciente. Nos  dirigimos hacia un cielo oscuro pero nos cuesta creer que vaya a llover porque esta tierra parece realmente árida.
Nos convencemos en poco tiempo.
El viento frío de frente trae lluvia y paramos a descansar en la caseta de una gravera anexa a la carretera.
Un trabajador nos sugiere que pueden acercarnos en camioneta para evitarnos la tormenta pero cuando llega el responsable dice que no es posible así que volvemos a la carretera con lluvia y viento.
A los 70 kilómetros estamos cansados y aparece la primera estancia. El dueño no parece muy amigable y no nos da buenas sensaciones así que continuamos 10 km más hasta otra estancia que resulta estar cerrada.
Eso supone otros diez kilómetros extra y ya estamos en la reserva. A los 90 km vemos un cartel que nos da aliento: Estancia Casilda y Cabañas.
Hay muchos sitios donde alquilan cabañas para  los turistas y aunque la entrada a la estancia incluye un par de kilómetros de ripio nos adentramos. A mí me cuesta avanzar sobre la grava bastante más que a Santi y finalmente opto por bajarme y recorrer a pie el último tramo.
Te vas a reír!, me dice Santi cuando me presento ante el encargado con el que estaba hablando. Las cabañas son para los carneros!!!
Yo no encuentro tanta diferencia entre un carnero y un ciclista mal duchado pero entiendo que el error es fatal...o no tanto. Jorge, el encargado, vuelve a desplegar la hospitalidad criolla y nos invita a quedarnos en  un cuarto de los empleados.
Bajo un incontable número de moscas el suelo parecer bastante apto con tal de no seguir pedaleando.
Nos podremos duchar y cocinaremos algo. Esto último no lo va a permitir el cocinero que nos ofrece un té y tortas fritas en cuanto  nos saluda. Yo casi entro en bucle comiendo tortas. El resto de los trabajadores van llegando tras la jornada de trabajo. Hoy se han dedicado a reparar la alambrada. Son jóvenes entre 20 y 27 años que viven durante la semana en la estancia. Parecen alegrarse de nuestra visita y entablan conversación rápida sobre bicicletas ( la de Santi causa sensación en todo el país), fútbol, España o música. Hacen aparecer una guitarra para que se la afine y compartimos un poco de música y mate junto a un fuego que acaban de encender en el hogar de nuestro cuarto.
Nos enseñan sus caballos orgullosos  y nos invitan a cenar arroz con carne. Les gustaría que visitásemos la casa donde vive uno de los trabajadores con su novia de 18 años y su hermana con un niño de un año.
Desde nuestro punto de vista las condiciones higiénicas y materiales dejan mucho que desear y nos hace pensar en la cantidad de mundos que hay dentro de cada país.
Antes de marcharnos a dormir echan más leña a nuestro fuego para evitar que tengamos frío durante la noche. La intención es buena pero a cambio tenemos que abrir la puerta en mitad de la noche para ventilar el monóxido de las brasas y además todo nuestro equipaje y nuestra piel adquiere un tufo a humo que dos días  después seguiremos arrastrando.
La mañana es un regalo. La tarde anterior Jorge se adelantó y nos ofreció acercarnos a Gobernador Costa con la furgoneta al amanecer. Nos regala 40 km y un día de descanso. Quedamos muy agradecidos por todo, puede que nos veamos más adelante...
El día en Gobernador Costa es reparador. Desayunamos en la YPF, verdaderos centros neurálgicos de los pueblos que atravesamos. Encontramos alojamiento, lavandería, banco para cambiar algo de dinero y oficina postal. El día pasa entre descanso y comidas y alguna mirada de reojo a las copas de los árboles para confirmar que el viento sigue ahí...













No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu mensaje se publicará tras ser confirmado por el/la moderador/a